“En una época en la que la gente ha perdido gran parte de su comprensión natural de la infancia y la relación que ésta tiene con el curso completo de la vida, es importante darle a la infancia lo que le pertenece y no ahogarla en el ruido de las sensibilidades adultas. La niñez es el verdadero fundamento de nuestra vida aquí en el plano físico, y es importante y fundamental que hagamos una pausa para conmemorar y celebrar la niñez en su plenitud. Ese es el objetivo final del Pentatlón”.
Cada mes de mayo, el grupo de quinto grado asiste al Pentatlón, un evento que reúne a los chicos de este grado de todas las iniciativas waldorf del país.
Los chicos compiten en cinco eventos: jabalina, lucha libre, disco, salto de longitud y carrera. El Pentatlón es la culminación no sólo del plan de estudios y artes de quinto grado, sino de todo el plan de estudios de todos los grados anteriores.
Durante la primaria, las historias van desde los cuentos de hadas y fábulas en el primer y segundo grado, pasando por los primeros pobladores, nómadas y guerreros
de tercer y cuarto grado, para llegar a las civilizaciones antiguas, que culminan con el estudio de la mitología, arte, filosofía, política, matemáticas y ciencias griegas en quinto grado.
El niño de 11 o 12 años se encuentra en un punto de inflexión trascendental en su desarrollo, vive el ocaso de una fase importante de desarrollo y el amanecer de otra. Se acerca al final de la niñez propiamente dicha y al comienzo de la adolescencia.
Pero, antes de avanzar, es necesario y poner el Pentatlón en la perspectiva adecuada, es importante comprender la relación entre la infancia y la adolescencia.
En una época en la que la gente ha perdido gran parte de su comprensión natural de la infancia y la relación que ésta tiene con el curso completo de la vida, es importante darle a la infancia lo que le pertenece y no ahogarla en el ruido de las sensibilidades adultas. La niñez es el verdadero fundamento de nuestra vida aquí, en el plano físico, y es, no sólo importante, sino trascendental, que hagamos una pausa para conmemorar y celebrar la niñez en su plenitud. Ese es el objetivo final del Pentatlón.
La adolescencia, tal como la entendemos hoy no existía hace varios cientos de años. No hace mucho que los adolescentes (como los llamamos hoy) terminaban su educación básica y comenzaban a aprender un oficio.
En las sociedades preindustrializadas, tradicionalmente los niños de 13 o 14 años participaban en algún rito de iniciación que los integraba a la vida adulta. La adolescencia no tenía cabida en las sociedades tribales o feudales. En estas sociedades, a los niños se les enseñaban valores sociales y familiares, y asumían roles sociales predeterminados por las costumbres de su familia. Los niños eran iniciados en la edad adulta siguiendo dos criterios: cuando eran capaces de realizar física y mentalmente el trabajo que realizaban sus padres y cuando eran capaces de crear una nueva vida por sí mismos.
Como vemos, 13 o 14 años no es una edad arbitraria. El paso tradicional de la infancia a la adultez alrededor de esta edad marca importantes cambios cognitivos y físicos que se produjeron en el niño. La adolescencia no sólo marca la pubertad y la capacidad de reproducirse, sino también importantes cambios cognitivos, incluyendo una nueva claridad de pensamiento que asociamos con el pensamiento y el juicio abstractos.
Una explicación desfachatada de la comprensión moderna de la adolescencia es la necesidad de capacitar a los niños en las tecnologías cada vez más complejas (tecnologías físicas y mentales) que deben dominar para ingresar a la fuerza laboral de nuestros tiempos.
Una comprensión aún más desfachatada es la necesidad de la sociedad de mantener cautivos a los intelectos florecientes el tiempo suficiente para adoctrinarlos en el consumismo, la sensualidad (otra forma de consumismo) y mantener el status quo de las corporaciones.
Éste es el lado oscuro de cómo funciona la adolescencia en las sociedades postindustriales. Pero, definiticamente, ese no es el estilo Waldorf.
La adolescencia en la escuela Waldorf marca el nacimiento del individuo. Y así como el bebé (el recién nacido físico) debe ser protegido del daño físico, el individuo recién nacido también debe ser protegido del daño.
La escuela primaria Waldorf, es de igual forma, una forma de protección de la infancia, y el Pentatlón puede ser la expresión más explícita y marcada de nuestra reverencia por la infancia y la comprensión del lugar fundamental que ocupa la infancia en el curso de la vida humana.
El Pentatlón a menudo es considerado un rito de iniciación en nuestra escuela y en muchas otras. Y hasta cierto punto, el acontecimiento presagia los cambios adolescentes que se avecinan.
La jabalina y el disco pueden ser considerados vestigios de la caza y se remontan a ritos de caza y sacrificio. Y la atención a los estímulos “medibles” como la distancia y la velocidad, presagia nuevas habilidades cognitivas, así como futuros estudios de matemáticas y ciencias.
Aún así, el Pentatlón no es tanto un rito de iniciación a la adolescencia, sino una celebración. Es una celebración y glorificación de la infancia, una celebración bañada por el crepúsculo de la inocencia.
El Pentatlón tiene la cualidad de marcar un momento perfecto que nos permite ser concientes de todo lo que vino antes y todo lo que vendrá después.
El Pentatlón, entonces, es una celebración de la infancia, y del proceso que en los años previos el Ser Humano estuvo viviendo en el desarrollo e integración de su cuerpo fisico, para dar paso al siguiente nivel de desarrollo.
El Pentatlón no es -sólo- una expresión de nuestra individualidad humana. Es una expresión de una humanidad que todos compartimos. No es una competición para ver quién es el más fuerte, el más rápido o el más inteligente. Es una celebración de la maravilla y la belleza de la infancia en su máxima expresión.
De hecho, los pentatletas son juzgados no sólo por qué tan lejos, por ejemplo, lanzan la jabalina, sino también por lo bien que lo hacen y por el apoyo que brindan a sus compañeros atletas.
El gesto protector general de la educación primaria Waldorf es aquel que protege al niño pequeño de las poderosas fuerzas de la individualidad y el ego. Si la niñez representa la construcción de los cimientos para el resto de la vida, imaginemos lo que les sucede a los cimientos cuando el marco o la superestructura de la casa se coloca sobre cimientos de piedras sin terminar o inestables.
Esto es lo que sucede cuando la infancia no está protegida y nutrida. Lo que ocurre son innumerables patologías sociales, psicológicas y ambientales modernas.
El Pentatlón es una celebración de la infancia, un reconocimiento a la hermosa piedra que proporcionará la base para la verdadera libertad en la vida adulta.
Texto traducido e inspirado del blog "The Pentathlon: A Celebration of Childhood", escrito por Peter Lawton, Maestro Waldorf y que puede encontrarse en: https://www.clws.org/waldorf-education/pentathlon/