La palabra Adviento viene del latín “adventus”, que significa “venida” y que indica esperar la llegada de algo o alguien importante. Históricamente, la mayoría de los pueblos del hemisferio norte realizan festividades previas al solsticio de invierno, que evocan la importancia que tienen la luz y el calor del sol para despertar la vida latente que hay en la naturaleza, así como aquellas cualidades que yacen dormidas dentro de cada ser humano.
La celebración de adviento implica a todas las culturas de origen cristiano y es una festividad que no empieza siempre en la misma fecha. Es un tiempo litúrgico movible que comienza cuatro domingos antes de la celebración del nacimiento de Jesús en nochebuena.
Para las escuelas Waldorf es un tiempo de preparación para Navidad que comieza con la fiesta de la Espiral de Adviento. A veces se piensa que tiene un sentido religioso, pero no es así, esta celebración nos invita al recogimiento propio y a la contemplación interior, es decir, es una celebración que nos alimenta espiritualmente.
El sentido de la espiral tiene que ver con ese recorrido interior para poder encender nuestra luz interna. Nos brinda la oportunidad de replantearnos la motivación y congruencia de nuestros actos y el ejemplo que damos para las generaciones más jóvenes.
La espiral se elabora con elementos naturales como maderas, flores y hojas de pino, las cuales representan, tanto el mundo vegetal como la vida. El recorrido de la espiral se realiza acompañado de música propia de la época que representa las emociones y la conexión que existe entre todos los seres sintientes de la tierra. Durante el recorrido se lleva una manzana con una vela, que se enciende al centro de la espiral. El rojo de las frutas es una imagen representativa del amor y la voluntad, la flama de la vela simboliza la luz interna individual, la cual, a su vez se enciende con la luz de toda la comunidad. La vela encendida se coloca en el camino de regreso, iluminando de forma simbólica y real a todos los demás.
Los niños de la comunidad participan en la elaboración de la espiral y se toman en cuenta sus ideas para decorar y disponer cada uno de los elementos involucrados en este festejo. Estas actividades no solo generan un ambiente alegre y festivo sino también despiertan la reflexión interna sobre las emociones que surgen con esta celebración. De esta manera, año tras año los niños se van enriqueciendo de las imágenes que emergen de su interior al vivir las experiencias de la festividad sin necesidad de darles algun tipo de explicación. Posteriormente conforme los niños van creciendo irán expresando de manera natural sus reflexiones sobre las distintas celebraciones que ocurren a lo largo del año. En general, las cabilaciones de los niños, derivadas de la experiencia, suelen ser mucho más profundas y manifiestan una mayor comprensión frente a lo que les pueden brindar las explicaciones de los adultos, es por eso que les permitimos vivir la experiencia sin ofrecer información al respecto.
En las escuelas Waldorf esta época se vive con gran entusiasmo. Cada lunes, previo a noche buena, se enciende en la escuela una de las velas de las corona de adviento, se comparten versos y cuentos. También se puede preparar con los niños el pesebre que recibirá al niño (símbolo de la Luz) en Navidad. Cada semana se pueden ir añadiendo diferentes elementos que representen el camino a Belén (que representa nuestro propio camino en la vida).
La primera semana se pueden colocar objetos que representen al reino mineral. La segunda semana se pueden incluir elementos del reino vegetal; en la tercera se pueden colocar objetos que representen al reino animal y la cuarta ya pueden aparecer los seres humanos. Toda esta espera, asombro, y contemplación durante el adviento han de manifestarse en el interior de todos en la comunidad y expresarse a través de nuestros actos para que los niños puedan vivenciarlo sanamente.
¿Y tú cómo vives el adviento? Comparte con nosotros tus experiencias y si quieres saber más ¡contáctanos!